Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Que al andar,
andamos de
prisa,
torpes y despreocupados.
Y si en aquel
andar,
de prisa,
torpe y despreocupado,
tropezamos con
otro,
y en ese
tropiezo
y sin querer,
a alguno de
los dos se nos cae un vacío,
¡levantémoslo pronto!
Pero antes de
regresarlo a su dueño,
Llenémoslo de
besos
solo para que
entonces,
ya no sea vacío…
Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Que a veces una
verdad incomoda…
Un sentimiento
asusta,
y un beso se
da a escondidas.
Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Y si en aquel
andar,
de prisa,
torpe y despreocupado,
tropezamos con
las memorias,
¡detengámonos!
Que no sabe
nada de nada el juicio,
pero si lo
sabe todo el corazón.
Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Que la vida anda
disfrazada.
Porque quien
no aprende bailar la mascarada,
es un tonto,
un necio, un frágil,
que ha perdido
el pase de entrada.
Llenamos de vacíos
el alma atormentada,
Porque más
vale bailar con el atuendo
que un corazón
desnudo que se derrite de amor.
Porque más
vale el porte y la portada
que la prosa
en secreto que nadie quiere saber.
Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Que es mejor
el silencio y la distancia,
la palabra que
no se dice,
y la mirada
que permanece cegada.
El abrazo del
que se priva,
el deseo que
se ahoga,
y la caricia
que queda fría…
Y entonces…
Solas bailan las
memorias…
Vivimos en un
mundo
tan extraño…
Que ya no
entiendo nada…
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